viernes, 2 de octubre de 2009

(R.F.04) LA NOCHE NO ES PARA LOS TIMIDOS.


“…Una compuerta se abrió y el cuerpo paralizado de John entró en el interior del objeto, que dejó de proyectar su intensa luz para finalmente ascender hacia el cielo y perderse en la inmensidad del espacio.

¿Fin…?” Jota terminó de teclear con una sonrisa de satisfacción, siempre se le había dado bien inventar historias y aquella le había quedado cojonuda para el fancine que publicaba con unos amigos. Cogió el vaso y se lo llevó a los labios, pero estaba tan vacío, como la botella de whiskey. ¿Qué más daba? Saldría a celebrarlo. El problema era, que no tenía con quién. La vecina nueva apenas le había mirado aquella tarde, Donia, la chica de origen rumano con la que salió dos años atrás hacía tiempo que no daba señales de vida, esperaba que estuviera bien, la mayor parte de sus amigos estaban con sus novias o mujeres, los únicos amigos que estaban solteros eran Paco, que trabajaba en el turno de noche y Santi, que gracias a una educación estrictamente religiosa, sabía que le sería imposible sacarlo de casa aquella noche. La próxima noche, sábado, era el cumpleaños de Santi y teniendo en cuenta que sus padres estaban de vacaciones, Jota y Paco tenían planeado hacerle una fiesta que no olvidaría fácilmente. Pero aquella noche de viernes… Jota tenía algo que celebrar y lo haría aunque tuviera que salir solo. Tal vez vería algo interesante para su próxima historia.

Sonó el teléfono sacándolo de sus divagaciones.

- ¿Diga?

- Hola. Mi nombre es Arturo Pérez. ¿Dígame tiene Internet en casa?- Dijo una voz con acento argentino.

Jota colgó el teléfono un tanto desconcertado, eran las ocho y media de la noche y los vendedores argentinos de Internet, todavía trabajaban.

Apagó el ordenador y empezó a prepararse la cena, dos huebos fritos con cebolla. Luego abrió una lata de cerveza y empezó a comer mientras hacía zapping, esperando encontrar algo interesante en la televisión. Luego llamó a Santi para intentar convencerlo de salir a tomar algo, misión que resultó completamente imposible, pero no importaba, había tomado la determinación de salir y seguiría adelante. Era extraño, esa misma determinación le hizo ponerse nervioso. “¿Y si lo dejo para otro día?” Pensó para si. “No, tiene que ser ahora”.

Se dio una ducha, se afeitó y se puso la ropa más nueva que tenía. Pero cuando salió a la calle la duda volvió a atenazarlo. No tenía ni idea de adonde ir, así que terminó en el bar donde siempre quedaba con sus amigos.

La gente que había estaba cenando o tomando el café de después, ya que todavía era muy temprano. Jota que aquella noche no esperaba encontrarse con nadie en particular, le pidió una copa a la camarera. La chica era morena de ojos verdes muy guapa y con un vestido muy ajustado, era casi imposible dejar de mirarla, sobre todo su impresionante escote. Mientras le servía, Jota aprovechó para preguntarle por algún sitio a donde ir que no estuviera excesivamente lejos, ya que quería beber sin tener que coger el coche. Ella le dio propaganda de un pub cercano.

- ¿Cómo está el sitio, has ido alguna vez?

- Un par de veces, no está mal.- Contestó ella antes de alejarse para atender a otro cliente.

Jota la miró, mientras ella se dirigía hacia dos recién llegados a los que abrazó efusivamente, no pudo evitar una pequeña punzada de celos. Desvió la mirada hacia el televisor que estaba junto al techo y en la que hacían una de esas películas sobre veinteañeros salidos, con un montón de chicas en bikini. No sabía muy bien por que pero estaba ligeramente nervioso, desviando la mirada de la tele a la puerta cada vez que entraba alguien, y de la puerta a la camarera. Su pierna se movía incontroladamente a causa de sus incomprensibles nervios. Apuró su bebida, pagó y se fue, con un cierto remordimiento por verse incapaz de decirle algo más a la camarera, la cual por otro lado, estaba más pendiente de los otros clientes.

Una vez en la calle, respiró hondo antes de encaminarse al pub que le habían recomendado. El local estaba todavía vacío. Y es que para ciertas cosas era todavía temprano, o al menos eso es lo que le había dicho el barman, asegurándole que hasta las doce de la noche no empezaría a llegar la gente. Por un momento, dudó entre pedirse una copa o marcharse a su casa, finalmente se decidió por un Balantines con cola. Mientras esperaba a que empezara a llegar la gente, empezó a beber lentamente, mientras le entraba cierto sopor.

Poco a poco, empezaron a llegar los clientes, al principio muy tímidamente, luego en grupos más numerosos. Jota se vio forzado a abandonar su cómoda posición en la barra para que los nuevos clientes pudieran pedir. Sus nervios por la solitaria salida nocturna y su natural timidez, le hicieron retirarse hacia un rincón, del local, desde el que no perdía detalle de lo que ocurría a su alrededor.

Un pequeño grupo de chicas, se colocaron cerca de donde el estaba, sin percatarse de su presencia. “¿Existe eso que llaman amor a primera vista?” Se preguntó Jota sin saber muy bien cual de aquellas cinco chicas le gustaba más. Una de las chicas, por fin pareció fijarse en él. No era la más guapa, pero tampoco era fea. En seguida el corazón de Jota empezó a palpitar a toda velocidad. Toda una serie de absurdos pensamientos empezaron a cruzarse por su cabeza. “¿Qué hago? ¿Le pregunto el nombre y después qué? Aquello de estudias o trabajas esta muy pasado de moda. ¿Le pregunto si viene mucho por aquí? ¡Ah no! ¡Ya sé! Le contaré un chiste… ¿Pero que chiste le cuento? Ahora mismo no se me ocurre ninguno.”

Ella le sonrió dos veces, tal vez esperando a que el pobre Jota reaccionara, pero a él, aparte de devolverle la sonrisa, seguía sin ocurrírsele que decir. Finalmente, después de tres cuartos de hora allí plantado, otro grupo de chicos comenzaron a entablar conversación con las chicas y Jota lo dio todo por perdido. Se dirigió a la barra, dejó el baso vacío y fue un momento al lavabo. Mientras orinaba, seguía pensando que todavía era temprano y que tal vez pudiera tener otra oportunidad.

Cuando salió del lavabo, se pidió un chupito de tequila, sabiendo que al día siguiente lo iba a lamentar. Pero lo realmente importante era, que en aquel preciso momento necesitaba algo que le diera valor.

Ligeramente mareado, se dirigió a la esquina en la que creía que estaban las chicas aquellas, pero si no se había equivocado de sitio, significaba que ellas ya se habían ido, tal vez con los otros chicos.

Eran cerca de las dos y media y las pocas chicas que quedaban en el local, todas parecían acompañadas, el resto de la gente ya estaba empezando a ir a discotecas que cerraban a las cinco o a las seis de la mañana.

Jota, ya estaba cansado de dar vueltas y para ir a cualquier discoteca, necesitaba coger el coche. “¿Y para que, para estar plantado en una esquina bebiendo mientras veo como otros se dan el lote?” Pensó mientras encaminaba sus pasos hacia su casa. Para él la noche ya se había terminado.

Entró en el bloque y se encaminó hacia el ascensor. Se sentía un perdedor y justo cuando estaba cerrando la puerta del ascensor, vio pasar una sombra que le recordó algo de su pasado reciente. Abrió la puerta del ascensor, pero la portería estaba bacía, salio nuevamente a la calle, y allí estaba nuevamente aquella sombra esquiva, apunto de desaparecer detrás de una esquina y detrás de aquella esquina… nada, solo una neblina ascendiendo hacia el cielo.

Todo aquello, le trajo recuerdos de dos años atrás y pensó en ella, en Grecia, en las noches que pasó con ella, pensó en las chicas que había visto en el pub y finalmente en su guapa y probablemente paranoica vecina.

Cuando por fin llegó a su casa, se quitó la ropa, apagó la luz, se tumbó en la cama y se masturbó pensando en todas aquellas chicas, luego se quedó profundamente dormido.

Juan Carlos Fernández

domingo, 13 de septiembre de 2009

Algunas explicaciones.




¿Qué es (R.F.)?

Hace algunos años, escribí un libro titulado "La chica de Venus" publicado en Internet "BUBOK" y "LULU", desde entonces he estado dándole vueltas a muchas ideas para lo que podría ser mi próximo libro. Entretanto, mientras comenzaba una novela tras otra, sin terminar de decidirme a seguir con ninguna, escribí algunas historias cortas, solo por no perder la practica. Pero poco a poco, fui escribiendo menos historias, hasta que hace un año me apunté al aula de escritores, donde tenían un blog donde publicar las historias que los alumnos. Ya antes de apuntarme en el aula quería hacer que mis historias tubieran un nexo de unión y que fueran protagonizadas por los mismos personajes, mas por no tener que estar creando nuevos personajes cada vez que hiciera alguna de esas historias que por otra razón. Por razones, de tiempo y falta de dinero, solo estuve apuntado un trimestre al aula de escritores.
Así fue como decidí crear este blog.
Empecé publicando las historias que ya tenía escritas, incluidos los cómics que me habían dibujado algunos amigos, tanto los de un curso anterior que había hecho hace años de guionista con el gran Alfredo Pons, como los que posteriormente me dibujó mi amigo Manolo.
Entonces, en una conversación con una buena amiga, la misma que me corrigió mi libro, le comenté la idea del blog.
Fue entonces cuando me di cuenta, de que reescribiendo la mayor parte de las historias cortas y añadiendo otras nuevas, anteriores, intermedias y sobre todo posteriores, tendría mi nueva novela. Hice una serie de sinopsis, que mes a mes se van convirtiendo en historias.
Después de los dos primeros capítulos, "La historia de Mónica" y "Una nueva vida", el tercero es la historia titulada "Pesadilla en serie "B"", que ya fue publicada con el título, "Otra Historia de miedo". Como esa historia es autoconclusiva y no salen los personajes de la novela, la siguiente historia que será publicada es "La noche no es para los tímidos" que también fue publicada en el blog con el título de "una historia anti San Valentín". Esta vez si que repiten personajes y la historia es cambiada ligeramente para poder seguir el hilo argumental, lo mismo ocurrirá en su momento con las historias "La vecina de abajo" que pasará a titularse "Resaca" y "El agua teñida de rojo" Así que a mis posibles seguidores, si es que los tengo ya que nadie deja ningún comentario en el blog, lo siento si me repito.
El mes que viene "La noche no es para los tímidos"
Por cierto, "R.F." significa "Relaciones Fatales" y es uno de los posibles títulos para la novela, pero todavía no es seguro. Si a alguien se le ocurre un título mejor no os cortéis , siempre va bien alguna idea.

J.C.

viernes, 28 de agosto de 2009

(R.F.02) UNA NUEVA VIDA


Entre veinte minutos y media hora, era lo que tardaba el tren en hacer el recorrido de la capital hasta la ciudad de la periferia, donde a Mónica le habían ofrecido el trabajo. El sol le daba en la cara y el sueño la vencía después de una noche que prácticamente había pasado en vela y de los acontecimientos de aquella tarde, en los que se había visto obligada a huir del apartamento que compartía con su novio, hasta que se enteró de que traficaba con drogas. Mónica consiguió atarlo a la cama tras ser violada brutalmente. Ahora no se atrevía a denunciarlo y menos cuando ella se había llevado una elevada cantidad de dinero, que probablemente era el pago por coca o heroína. Con ese dinero pensaba comenzar una nueva vida. ¿Quién iba a imaginar que pensaba esconderse tan cerca su antigua casa? Lo más duro fue mentir a sus padres, les contó que había encontrado trabajo en el extranjero y se tenía que ir urgentemente para aprovechar la oportunidad que le ofrecían.
- ¿Ramón también va? – Le preguntó su madre.
- No. Ramón y yo hemos roto.
- Mejor, nunca me ha caído demasiado bien.- Dijo la mujer sonriendo vagamente.
En realidad, la buena mujer sospechaba que su hija le ocultaba algo, pero le daba reparo preguntárselo y más con su marido delante. La única que realmente sabía el destino de Mónica, era su hermana Elena pero habían sido ella y su novio Andrés los que le sugirieron la idea de inventar aquella historia del viaje al extranjero.
Uno de los pasajeros, despertó a Mónica cuando el tren llegó al final del trayecto. Al quedarse dormida, pasó de largo la estación y tuvo que cambiar de andén y esperar a que el tren diera la vuelta. Al final el viaje se le alargó más de una hora y cuando por fin llegó a su destino pasaban más de las once y media de la mañana. Lo primero que hizo al llegar fue ir a una caja de ahorros, donde abrió una nueva cuenta con parte del dinero que le había robado a Ramón. Luego fue a su nuevo lugar de trabajo, para firmar el contrato y pedir una copia, que sabía que le haría falta para poder alquilar una vivienda.
La hicieron esperar en una pequeña salita durante un buen rato, en el que vio a todo tipo de gente, sobretodo a mujeres y ancianos, también a algunos inmigrantes. Cuando por fin la hicieron pasar a ella, eran casi la una de la tarde. En el despacho, había dibujos de niños, propaganda sobre el sida, los derechos de los ancianos y los de las mujeres maltratadas, cosa que le hizo recordar por un momento los acontecimientos del día anterior.
- ¡Hola! Mónica, ¿verdad? Perdona que te hayamos echo esperar tanto rato. Creíamos que llegarías el lunes.- Dijo su futura jefa, una mujer de unos cincuenta años, muy delgada, con el pelo blanco y cierta pinta de jipi.- Por cierto, soy Rosa.- Dijo dándole dos besos.
- He tenido que dejar mi casa con un poco de prisa. He… discutido con mi novio y prefiero empezar de cero. De momento no quiero que sepa donde estoy y me gustaría buscar algún sitio de alquiler.
- ¿Te pegaba?- Preguntó Rosa muy seria.
- ¡No! ¡Claro que no!- Dijo antes derrumbarse.- Bueno, anoche…
- Tranquila, ya ha pasado... ¿Lo has denunciado?
- No pude… creo que él quedó peor parado que yo…- En ese momento pasó de la lágrima a la risa, a Rosa también se le contagió.
- ¿Eres supersticiosa?
- ¿Supersticiosa? ¿Te refieres a los horóscopos?- Dijo Mónica extrañada.
- O… en fantasmas.- Respondió Rosa con una sonrisa en la cara.
Mónica se la quedó mirando un momento antes de responder.
- Me dan más miedo los vivos.
- Hay una señora que vive en un edificio, en el que por visto murieron algunos de sus habitantes de una extraña enfermedad. Hay algún vecino que asegura que pasan algunas cosas extrañas y eso ha hecho que los dueños bajen el precio por debajo de lo normal.
- Ya bueno. Ya te digo que no creo demasiado en esas cosas y si el precio es bueno…
- Hagamos una cosa. ¿Tienes planes para comer?
- No.
- Espérame abajo a las tres, que haré un par de llamadas y luego comemos juntas y te digo algo.
Entretanto, en el apartamento que Mónica compartía con su novio. Alfonso el amigo de Ramón, consigue abrir la puerta con una ganzúa, no es la primera vez que lo hace. Al entrar escucha gemidos ahogados por la mordaza de Ramón y el sonido de los muelles de la cama. Si no fuera por el fuerte olor a sudor y orina que proviene del dormitorio, pensaría que su amigo estaba follando con su novia. Al abrir la puerta y verlo atado de pies y manos en la cama sin poder moverse, inevitablemente le entra la risa, sale del dormitorio para reírse a gusto, pero su amigo que escucha la carcajada de Alfonso, gime con más fuerza y cuando vuelve a entrar en el dormitorio con la intención de desatarlo, los ojos de Ramón están inyectados en sangre.
- Tranquilo hombre, que ya voy.- Dice Alfonso quitándole la mordaza y desatándolo.- ¿Quién te ha hecho esto, tú chica o el hijoputa del ruso ese?
- Ha sido Mónica. También se ha llevado la pasta del ruso. Pero me las pagará.- Responde Ramón mientras se frota sus adormecidas extremidades.
- Pues el jefe tiene un cabreo que ni te imaginas, cree que te piraste con la pasta, quiere verte ya, y con el dinero.
- Tendré que recurrir a mis ahorros para pagar al jefe antes de ir a por ella. Deja que me asee primero. ¡Apesto!
- No hace falta que lo jures.- Dijo Alfonso sin poder reprimir una sonrisa.
Ramón le dio un puñetazo que lo hizo caer de culo en el suelo.
El apartamento donde Rosa llevó esa tarde a Mónica, estaba en un segundo piso y era bastante espacioso, con un pequeño balcón donde tender la ropa e incluso tomar el sol en las calurosas tardes de verano. El bloque había sido fabricado a finales de los años sesenta. Los muebles del piso estaban un poco pasados de moda. Era evidente que necesitaba una buena limpieza. La buena mujer, que atendía al nombre de Maruja, le dijo que si tenía el dinero y lo deseaba, podía alojarse allí esa misma tarde y que ya arreglarían lo del contrato al día siguiente. A Mónica, que el tiempo se le echaba encima para buscar una pensión donde pasar la noche, a causa de la labia de doña Maruja, le pareció bien.
Salieron a la calle con la intención de buscar las cosas de Mónica, que estaban en el coche de Rosa. En ese momento, llegó al portal un chico, más o menos de la misma edad que Mónica, apenas un par de centímetros más alto, con la ropa del trabajo y aspecto un poco dejado (Aunque no tanto como el de Alfonso).
- ¿Puedes esperar un momento Javier? Te quiero presentar a alguien. Esta es Mónica, que se va a instalar en el segundo piso. Y Esta Rosa, mi asistenta social y amiga de Mónica.
Javier las miró antes de contestar, a Rosa muy de reojo, a Mónica en cambio le dio un buen repaso de arriba abajo, deteniéndose primero en los pechos y luego en el rostro.
- Hola, que tal.- Dijo sin saber si darles la mano o los dos besos de rigor.- Mis amigos me llaman Jota. Así que si me necesitas para lo que sea, estoy justo en el piso de arriba.
- Lo mismo digo Jota. Y mucho gusto en conocerte.- Contesto Mónica.
- Si claro, igualmente.- Dijo Jota antes de entrar en el edificio.
- ¿Sabéis? Hace tiempo que no se le ve con ninguna chica. Yo pá mí que es de la otra acera.- Dijo doña Maruja.
- Ya se nota.- Dijo Mónica.
- ¿Qué es marica?- Preguntó Rosa extrañada.
- No, que hace tiempo que no está con una mujer.
Mónica y Rosa se rieron mientras Maruja las miraba extrañada.
Después de instalarse en el piso, Mónica fue a comprar alguna cosa para la cena y esa noche recibió una llamada de su hermana.
- Ramón te ha estado buscando, aquí y en casa de papa. Está furioso, dice que le debes dinero. Le hemos dicho que te has ido al extranjero.
- ¿Y vosotros estáis bien? ¿Os ha hecho algo?
- Con mama se ha comportado. Conmigo se ha puesto un poco más agresivo, menos mal que en ese momento ha llegado Andrés y le ha parado los pies.
- Si, Ramón es muy valiente con las mujeres.- Dijo Mónica con ironía.
- Le hemos dicho que si volvía a acercarse a la casa, llamaríamos a la policía. Nos ha dicho que no nos preocupemos, que a la que busca es a ti. Ten cuidado ¿de acuerdo?
- Descuida, lo tendré. Aunque de momento no creo que me busque por aquí.
En los días siguientes, asta que empezó a trabajar, Mónica limpió la casa y la arregló a su gusto, gastando parte del dinero que le había quitado a Ramón. Luego cuando empezó a trabajar, ella empezó a llevar una nueva rutina. Se había cambiado el peinado, cortándose el pelo como si fuera un chico y tiñéndoselo de rubio. También se compró ropa nueva ya que aunque era poco probable que Ramón fuera a buscarla en aquella ciudad, cualquier precaución era poca. Pero quien la encontró por casualidad, fue Iván el ruso.
Ramón había conseguido reunir el dinero que le debía a su jefe, por el asunto de las drogas, librándose por los pelos de su ira. Pero para su humillación y su rabia frustrada, se había corrido la voz de lo que le había pasado, por todo el hampa. Llegó incluso a oídos de Ivan el Ruso que siempre que podía se mofaba de todo aquello.
La especialidad de Ivan, era la trata de blancas, era el encargado de vender a las mujeres que habían sido traídas con engaños o en contra de su voluntad de la Europa del este y tenía relación con la mayor parte de proxenetas, tanto de la capital como de las ciudades de alrededor. Eso fue lo que le llevó a la ciudad donde Mónica se mantenía oculta. En el momento en el que la vio, se estaba despidiendo de un “cliente” en un bar. Ella estaba al otro lado de la calle, en la parada del autobús. Había cambiado radicalmente de imagen, pero Ivan, gracias a su “profesión”, se había convertido en un buen fisonomista y la reconoció enseguida. Cuando llegó el autobús, Ivan, se disculpó con mucha prisa de su cliente, cruzó la calle y subió al interior del transporte antes de que el conductor cerrara la puerta. Pagó el billete y miró de reojo en el interior hasta localizar a Mónica, pasó de espaldas a ella, para que no le viera la cara y se sentó un par de filas por detrás de la puerta, para poderla vigilar sin que ella se diera cuenta. Cuando ella se bajó, él la siguió. Esperó que ella avanzara unos metros para seguirla a cierta distancia. A pesar de las precauciones del ruso, Mónica tuvo la impresión de que algo no andaba bien. Entró en un supermercado para hacer algunas compras, Ivan la esperó escondido detrás de una esquina. Cuando ella salió, tubo la impresión de ver la acechante sombra del hombre y aceleró el paso. Ivan supo que su presa sospechaba alguna cosa y esperó a que se alejara un poco más. Al girar en una esquina, Mónica aprovecho para mirar hacia atrás, sin conseguir ver nada sospechoso. Después Ivan corrió hacia dicha esquina y la observó desde allí, Mónica cruzó la calle dirigiéndose hacia uno de los portales. En ese momento escuchó a alguien llamándola y vio como un chico se reunía con ella, le abría la puerta del portal y la ayudaba a entrar con las compras.
Mientras Mónica y Jota subían en el ascensor, él intentaba iniciar una conversación con su vecina, pero Mónica estaba distante y pensativa, segura de que alguien la había estado siguiendo, cuando llegaron al piso de ella, bajaron los dos del ascensor, Mónica abrió la puerta, dejó sus bolsas en el recibidor, cogió las que llevaba Jota y también las metió en el interior del piso que estaba a oscuras. Le dio las gracias a Jota y le cerró la puerta en las narices. Llevó las compras a la cocina y luego se tumbó a oscuras en su habitación sin atreverse a abrir ninguna ventana ni encender ninguna luz hasta que pasara un buen rato.
Un tanto decepcionado, Jota subió hasta su piso. Si bien algunos vecinos habían comentado, la discreción con la que se comportaba Mónica. Doña Maruja, incluso llegó a comentar, que la chica era lesbiana. Claro que para aquella cotilla todo el mundo era de la otra acera. A pesar de todo, tuvo la impresión de que aquello había rallado la paranoia. Mientras pensaba en todo aquello, él si que abrió la persiana del balcón y salió a tomar el aire, mirando a los transeúntes y pensando en la historia que tenía que escribir para su fancín.
En la calle, detrás de su esquina, Ivan vio como Jota, salía al balcón, y miraba hacia todos lados. A pesar de no verle bien la cara, lo reconoció por la ropa que llevaba puesta. Apuntó la dirección, la calle, el bloque y el piso, el tercero. Sabía que cuando viera a Ramón, este se alegraría con la información y conseguiría sacar algún provecho de todo aquello.
Mónica, que aquel viernes había quedado con algunas compañeras del trabajo para cenar y tomar algunas copas, llamó a Rosa y canceló la cita. Esa noche se acostó temprano, a pesar del cansancio le costó mucho dormirse pensando en lo que había pasado esa tarde. Cuando por fin se durmió, tuvo una extraña pesadilla, en la que Ramón, con el rostro muy pálido, se acercaba a ella y la poseía, después al alejarse su cara estaba completamente roja, tal vez de la ira. El sueño fue tan real, que ella se despertó sobresaltada y con el corazón latiéndole a toda velocidad. Estaba sudando y tenía la boca seca, miró el despertador, pasaban algunos minutos de las tres de la madrugada, se levantó y fue a la cocina, estaba un poco mareada y después de beber un baso de agua, perdió por unos segundos el conocimiento y calló al suelo, donde permaneció unos minutos tumbada hasta que se sintió con fuerzas para ir nuevamente al dormitorio. “Probablemente ha sido una bajada de tensión a causa de la pesadilla” pensó estirándose nuevamente en la cama.

lunes, 27 de julio de 2009

(R.F.01) LA HISTORIA DE MÓNICA 2ª Parte


Mónica esperó unos minutos después de escuchar como se cerraba la puerta, se levantó, fue al cuarto de baño y se lavo la cara. En el salón, vio que Ramón la había dejado encerrada y sin ninguna manera de comunicarse con el exterior y las posibilidades de escapar por una ventana o por la terraza, eran nulas, ya que vivían en un ático.

- Cerdo asqueroso.

Por un momento se sintió como una princesa encerrada en una torre inaccesible, pero no podía contar con que el príncipe azul la rescatara. Tenía que hacer algo, ¿pero qué?

En ese momento vio en el suelo las bolsas con las compras, las llevó a la cocina, donde le esperaba la tortilla de patatas que había hecho antes de irse, cortó un pedazo, se hizo un bocadillo y empezó a comer sin sentarse siquiera. No tenía tiempo que perder. Metió la botella de cava en el congelador y empezó a preparar la cena, tenía que salir perfecta. Una vez lo tuvo todo listo, fue al dormitorio e hizo la maleta, metiendo solo lo imprescindible y la volvió a guardar en el armario. Encima de la cama dejó un vestido de noche y un camisón. Luego preparó la mesa. El mejor mantel, platos, cubiertos, copas y como no, velas. Después buscó en el botiquín pastillas para dormir o tranquilizantes, pero lo más parecido que había, eran aspirinas, desconocía si podían producir el efecto que ella deseaba, así que descartó la idea, de todas maneras sabía que si conseguía emborracharlo, Ramón dormiría como un tronco. Volvió al cuarto de baño, se desnudó, abrió el grifo de la ducha y se derrumbó, las lágrimas se mezclaron con el agua y estuvo por lo menos media hora sollozando bajo el agua, cuando salió se enjugó las lágrimas y empezó a arreglarse, se puso ropa interior sexi se maquillo para disimular sus ojos morados, se vistió y se tumbó en la cama quedándose profundamente dormida… Cuando despertó eran casi las ocho y media de la tarde. Puso el ambientador y música suave. Se sentó en el sillón mirando una revista de modas y suspiró, diciéndose a si misma que todo iba a salir bien.

Cuando por fin escucho la puerta, bajo el tono de las luces, encendió las velas y fue a la cocina a buscar la botella de cava.

Por la cara de sorpresa que puso Ramón, supo que aquello era lo último que se esperaba.

- ¿Qué significa esto?

- Me gusta saber que pertenezco a alguien que me quiere.- Dijo Mónica abriendo el cava y vertiendo el dorado líquido.

Ramón olió el contenido de la copa receloso, luego se la pasó a Mónica y le cogió a ella la suya. Mónica bebió sin reparos y él la imitó.

- ¿Desconfías de mí?

- Si. Se que estás tramando algo. Te conozco demasiado bien y todo esto es impropio de ti.

- No he envenenado la comida, pero beberé de tú baso y comeré de tú plato si así estás más tranquilo. Ahora siéntate cariño, voy a buscar la cena.

Ramón se sentó receloso, sin quitarle la vista de encima hasta que desapareció tras la puerta de la cocina, entonces aprovecho para volver a llenar la copa y encender un cigarrillo. Mónica ignoró el gesto de Ramón echando las colillas en el suelo, si todo salía bien pronto se libraría de él.

Mientras cenaban, ella le metía el pie entre las piernas, sonriéndole con cierta picardía, pero Ramón seguía mirándola con desconfianza. Mónica no dejaba que las copas se vaciaran, hasta que la que se quedó vacía fue la botella.

- ¿Postre o… copa?- Preguntó Mónica.

- Quieres emborracharme.- No era una pregunta.

Mónica separó la silla de Ramón de la mesa y luego se sentó en sus piernas y lo besó.

- Claro, quiero aprovecharme de ti… Ya me entiendes.- Le dijo antes de besarlo.

Ramón se la quitó de encima de un empujón.

- No me gusta que se aprovechen de mí.

- ¡Eres un cerdo!- Dijo ella mirándolo con una mezcla de odio y decepción por que todo su plan se estaba desmoronando.

Ramón se levantó de la silla con una sonrisa malévola, se acercó a ella y la abofeteó, ella se acarició la mejilla y luego le escupió en la cara. Él se limpió la saliva con la mano y luego la lamió riéndose en su cara. Mónica intentó pegarle, pero él le agarró la mano, le retorció el brazo y luego la arrastró hasta el dormitorio sin hacer caso de los gemidos de ella. Una vez en el dormitorio, le arrancó el vestido brutalmente y la tiró sobre la cama, Mónica protestó, gritó e intentó defenderse, él le dio media vuelta y la arrastró hasta que quedó con las rodillas en el suelo, con una mano le inmovilizó los brazos mientras le arrancaba las bragas con la otra, se bajó los pantalones y la penetró una y otra vez, insultándola mientras ella gemía de dolor y le suplicaba que parase.

Cuando por fin se corrió Ramón, sin darse cuenta aflojo las manos, cosa que Mónica lo aprovecho, se soltó y apoyando las manos en la cama se impulsó hacia atrás, dándole un cabezazo en la nariz a Ramón, que cayó de culo en el suelo llevándose las manos a la nariz. Ambos se levantaron a la vez, Mónica fue hacia la mesita de noche y cuando Ramón estaba apunto de agarrarla otra vez, ella se giró precipitadamente, estampándole la lámpara de la mesita de noche en la cabeza. Ramón calló inconsciente en la cama, “lastima”, pensó Mónica. Corrió hacia el cuarto de baño, se arrodilló ante la taza del váter y vomitó. Se enjuago la boca y volvió al dormitorio. Ramón empezó a moverse. Mónica corrió a la cocina, cogió una sartén y corrió nuevamente al dormitorio, donde Ramón ya estaba empezando a abrir los ojos. Pero lo único que tuvo tiempo de ver, fue la parte de atrás de la sartén chocando contra su cabeza.

Tenía que salir de allí lo antes posible, pero teniendo en cuenta que la única ropa que llevaba encima era el sujetador, tardaría un rato en arreglarse, así que opto por atar a Ramón a la cama, era la única forma en la que podría estar medianamente segura de que aquel desgraciado la dejaría tranquila. El problema es que si una persona no es aficionada al sadomasoquismo, difícilmente guarde cuerdas o esposas en casa. “¿O quizá si?” pensó Mónica mirando las caras zapatillas de deporte de marca de las que Ramón estaba tan orgulloso. Le ató las manos en los extremos de la cama. Con el cinturón del pantalón, le ató los pies y finalmente lo amordazó con un trapo de cocina, metiéndole primero sus destrozadas bragas en la boca.

- Si tanto te gustan cómetelas, ¡cabrón!- Susurró mientras lo hacía.

Una vez estuvo segura de que Ramón la iba a dejar tranquila, se dio otra larga ducha, se puso ropa cómoda, cuando terminó de vestirse, escucho los gemidos de Ramón, que había vuelto a despertarse, no les hizo caso. Sacó la maleta del armario, buscó las llaves y los móviles, si por casualidad conseguía soltarse, quería que estuviera tan incomunicado como ella esa tarde. En el proceso descubrió un abultado sobre con una exagerada cantidad de dinero y se lo guardo, cosa que izó gemir con más fuerza a Ramón. Se subió a la cama de un salto.

- Esto me ayudará a empezar de cero. Pero no quería irme sin despedirme.- Empezó a propinarle patadas en el estomago y en los genitales.- ¡Esto es para que no se te ocurra buscarme cabrón!

Una vez en la calle se dirigió a su coche, pero desechó la idea al considerar, que probablemente la buscaría y que su coche era una pista relativamente fácil de seguir. Buscó un taxi para que la llevara hasta una farmacia de guardia, donde compro una de esas pastillas del día después, aquel hijo de puta no había tomado precauciones y ella no quería correr riesgos. Luego fue andando hasta la casa de su hermana. Cuando llegó eran cerca de las dos de la madrugada y fue su cuñado, Andrés quien abrió la puerta. Por el aspecto que tenía ella, supo que había ocurrido algo muy desagradable. En cuanto se sentó y se sintió segura, volvió a desmoronarse. Elena le preparó una tila, que Mónica se tomó mientras les explicaba todo lo que había ocurrido.

- Tienes que denunciarlo.- Dijo Andrés.

- No puedo, si lo hago vendrá a por mí y si no lo hace él, probablemente envíe a alguno de sus amigos.

- Y si no lo haces también lo hará.- Dijo Elena.

- Ya lo se, por eso tengo que desaparecer.- Contestó Mónica mientras sacaba el sobre con el dinero.- Y con esto me será más fácil.

Mientras su hermana y su cuñado le preparaban un sitio donde dormir, Mónica que no podía dejar de sentir cierto asco por todo lo ocurrido se dio otra ducha antes de acostarse. “Mañana será otro día.” Se dijo así misma mientras intentaba dormir.

lunes, 20 de julio de 2009

(R.F.01) LA HISTORIA DE MÓNICA 1ª Parte


La luz del sol apenas penetraba por entre las rendijas de la persiana del dormitorio. Los dos cuerpos desnudos, medio tapados apenas por una sabana, respirando cada uno a su propio ritmo, el de ella suavemente, con calma. Él, en cambio, emitía una especie de ronquido no excesivamente fuerte, pero tampoco flojo. Ella suspiró, se estaba empezando a despertar.
De pronto la canción “Simpatía por el demonio”, de los Roling Stones, empezó a sonar, al principio apenas se oía, como si estuviera en un lugar lejano, pero pronto el volumen empezó a subir. La mujer, con ojos soñolientos, se giró hacia su compañero.
- Ramón, el móvil…- Dijo ella, zarandeando a su compañero, que parecía tener un sueño muy profundo.- ¡Ramooooooón, teléfono!- Grito finalmente, zarandeándolo todavía más fuerte.- ¡¡¡RAMOOOOON!!!
Ramón se despertó sobresaltado, saltó de la cama tambaleándose y apunto de perder el equilibrio. Mónica, lo observaba sonriendo maliciosa. Ramón buscó a tientas su móvil, en el bolsillo de los pantalones, que estaban tirados en la moqueta del suelo. Mónica encendió la luz de la lámpara para facilitarle la tarea, pero cuando por fin dio con el móvil, este dejó de sonar.
- ¡Mierda!- Refunfuñó Ramón mientras miraba quién era el responsable de interrumpir su sueño, pero el móvil empezó a sonar nuevamente.
Ramón era un tipo alto y delgado, de algo más de treinta años. Tenía el cuerpo lleno de tatuajes y una cicatriz en el costado que según le había contado a Mónica era consecuencia de un mal encuentro que prefería olvidar. Mónica tenía unos veinticinco años, aunque aparentaba algunos menos, metro sesentinueve de estatura y un cuerpo diez, con su pelo castaño oscuro, corto pero no demasiado, enormes ojos marrones y una sonrisa que volvería loco a cualquiera.
- ¡Hola Alf! ¿Qué pasa?...- Dijo Ramón por el móvil.- ¡¿Qué?!... Pues no sé… Bueno espera un momento.- Se dirigió a Mónica.- ¿Tienes que ir a alguna parte esta mañana?
- Quiero echar algunos curricu…
- Tráelo aquí, lo recogerá María...
- Pero si te he…- Intentó replicar María mientras Ramón le indicaba silencio con el dedo.
- No hay problema de verdad, ya me pasaré luego ha recogerlo.
Colgó el móvil.
- Te he estaba diciendo que quería llevar algunos curriculums.- Dijo María de mal humor mientras se dirigía al baño
- No te enfades, solo será hoy. Además ya te he dicho que con mi sueldo nos llega para los dos, no hace falta que trabajes, ni que eches más curriculums.- Contestó Ramón siguiéndola.
Ella, le cerró la puerta en las narices.
Más tarde mientras se sentaban en la mesa de la cocina para desayunar, ella le preguntó por el paquete.
- Solo son drogas.- Respondió él serio.
Mónica se lo quedó mirando un momento, muy seria. Él no pudo evitar una sonrisa disimulada.
- ¡Que cabrón! ¡Casi me lo trago! Va en serio, ¿Qué hay?
- ¡Que ingenua eres! Siempre te pillo. No sé lo que hay, cosas del trabajo. Luego me pasaré un momento a buscar el paquete para dárselo al cliente.
- ¿Sabes si tu amigo tardará mucho en traerlo? Tendré que salir ha hacer la compra al menos.
- Me ha dicho que vendría a medio día. -María se lo quedó mirando muy seria.- Le llamaré y le diré que intente pasarse antes de las doce. ¿Te parece bien?
-Vaaaale.
Él se levantó de la mesa, se besaron en los labios y se despidieron hasta la hora de comer.
Mónica, cambió las sabanas de la cama, aquella había sido una noche muy movidita, puso una lavadora pasó la aspiradora limpió el polvo. Miró el reloj, eran las once y treinticinco, si él amigo de Ramón no venía pronto, ni siquiera le daría tiempo de hacer la compra, así que decidió ponerse ya con la comida, la nevera no estaba muy llena y tampoco tenía demasiado tiempo, si después quería hacer alguna cosa. Mientras pelaba las patatas, sonó el móvil, era su hermana Elena.
- Estoy cerca de tú casa haciendo unos recados. ¿Te apetece quedar de aquí a media hora para tomar un café?
- Ahora estoy un poco liada con la comida y estoy esperando a un amigo de Ramón.- Contestó mirando el reloj y viendo que ya eran las doce menos cuarto.
- Bueno, como quieras. Si cambias de idea me pegas el toque, ¿vale?
- De acuerdo, hasta luego.
Pasó casi media hora cuando por fin, sonó el interfono de la puerta. A Mónica le dio el tiempo justo para darle la vuelta a la tortilla mientras subía Alfonso. El amigo de su novio era más bajo, pero también más musculoso. Con la nariz chafada, de boxeador, su manera de vestir dejaba bastante que desear, con unos tejanos gastados y sucios, una camisa de flores, que dejaba ver el vello del pecho y para rematar una cadena de oro con un gran crucifijo. A Mónica, le desagradaba bastante, aún así le invitó a pasar y le preguntó si quería tomar algo.
- No gracias, llevo toda la mañana de culo y tengo un poco de prisa.
Cuando se fue, Mónica suspiró aliviada. Volvió a la cocina, terminó de hacer la comida y llamó a su hermana.
Media hora más tarde, las dos hermanas se encontraban en la terraza de un bar tomándose un café.
Mónica le contó lo que había ocurrido aquella mañana.
- No se chica, qué quieres que té diga… A mi Ramón nunca me ha hecho demasiada gracia.- Dijo Elena.
- Tampoco es que se dedique a contar chistes.- Las dos hermanas se rieron.
- Por otro lado, todos los tíos son bastante egoístas y piensan antes en ellos mismos en otra cosa. Acuérdate de aquél plasta con el que estuve saliendo antes de conocer a mi chico. Y es que Andrés sí que vale.
- Claro, tú novio es la excepción que confirma la regla.
- Pues sí.
Las dos chicas se quedaron un momento calladas mirándose divertidas, hasta que finalmente volvieron a estallar en una carcajada.
En ese momento sonó el móvil de Mónica, el número le era desconocido.
- ¿Diga?... Si, soy yo… Pues si, claro que me interesa. ¿Cuándo empiezo?... ¿El lunes?... No, no, es perfecto, pero no recuerdo la dirección… Espere un momento.- Mónica sacó una libretita y un bolígrafo del bolso.- Si, dígame… Aja… Muy bien, perfecto… hasta el lunes entonces.
Volvió a guardar el móvil en el bolso y miró a su hermana con una sonrisa en el rostro.
- ¡Tengo trabajo!
Las dos hermanas se abrazaron, pidieron un par de cañas para celebrarlo. Mónica le contó que el trabajo era de asistenta social en una de las ciudades de la periferia. No tuvieron tiempo de hablar mucho más ya que a ambas se les hacía tarde.
Mónica pasó un momento por el supermercado, compró comida para hacer una cena especial y una botella de cava para celebrar con Ramón lo del trabajo.
Cuando llegó al apartamento, oyó voces, Ramón no estaba solo.
- …Será mejor que nos vallamos.- Escuchó que decía Ramón medio en voz baja.
- No. He dicho que quiero ver la mercancía ahora.- Dijo una voz con acento extranjero.
- Hola.- Dijo Mónica dejando las bolsas en el suelo y el bolso encima del sofá.
- ¡Hola Cariño! ¿Ya estas aquí?- Dijo Ramón dándole un beso en los labios a Mónica.
Mientras, el otro hombre habría el paquete, del cual extrajo un poco de polvo blanco con la ayuda de una navaja automática que probó con la lengua.
- ¿Qué es eso?- Preguntó María que había visto la escena por el rabillo del ojo.
- Este es Ivan, un cliente de Rusia… Pero ya nos íbamos.- Contestó Ramón haciéndose el tonto.
Ivan guardó la navaja mientras se acercaba a Mónica.
- ¿Y usted es…?
- Mónica, se llama Mónica.
Ivan acercó su rostro al de ella para darle los dos besos de cortesía, pero Mónica ni se inmutó.
- ¿Podemos Hablar un momento a solas?- Dijo Mónica dirigiéndose al dormitorio.
- Si nos disculpas un momento.- Le dijo Ramón a Ivan.
Una vez en el cuarto, Mónica cerró la puerta.
- ¿Se puede saber quien es ese tipo y que hay en el paquete?
- Ivan es un cliente, ya te lo había dicho, y es evidente que si te digo que el paquete contiene polvos de talco o harina no me vas a creer.- Dijo Ramón sacando un cigarrillo de la pitillera y poniéndoselo en los labios.
- Sabes que no me gusta que fumes en casa, pero es igual… cuando vuelvas esta noche, yo me habré ido.
Ramón sonrió de una manera perversa.
- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?
- Te quiero demasiado para dejarte marchar.
- Vete a tomar por culo.- Dijo Mónica dirigiéndose a la puerta.
Ramón la cogió por los brazos y la tiró sobre la cama, ella se levantó nuevamente, pero él la abofeteó con tanta fuerza que volvió a caer sobre la cama.
- Hazme un favor y ahórrame una escena. Ahora, te portarás bien y esperaras aquí hasta que yo llegue esta noche. Ah, y no me esperes a comer.
Mónica con lágrimas en los ojos, lo miró con odio. Ramón cerró la puerta del dormitorio dejándola a ella dentro.
- Disculpa a Mónica. No se encuentra demasiado bien.- Le dijo a Ivan nuevamente en el salón.
Miró en el interior del bolso de Mónica y ante la fría mirada del ruso, cogió de su interior unas llaves y un móvil.
- ¿Me dejas un momento tu navaja?
El ruso le pasó la navaja y Ramón fue al teléfono fijo y cortó el cable.
- Venga, ya podemos irnos.- Le dijo a Ivan con el aparato en la mano.
- Si te da problemas, conozco gente que te pagaría mucho dinero por una hembra como esa.- Dijo Ivan sonriendo pérfidamente.
- No está en venta.- Respondió Ramón mirando malhumorado al ruso mientras se dirigían a la puerta.

Continuará...