viernes, 5 de julio de 2013

(H.C. 25) RUMORES DE GUERRA


En el planeta Oceana, representantes de los distintos gobiernos se habían reunido para discutir los problemas en las colonias. El tráfico de ambrosía había disminuido en los últimos meses y la soberanía de muchas colonias planetarias, entre ellas la del mismísimo Oceana empezaba a ser un problema para los distintos imperios galácticos, ansiosos por adquirir nuevas posesiones. 


Entretanto a años luz de allí los piratas y contrabandistas, cargaban nuevamente sus naves espaciales, preparándose para reanudar sus negocios. El sol ya estaba alto, cuando Yumi y Hugo despertaron en una de las cabañas que los habitantes del poblado les cedieron. En el suelo les dejaron bandejas con todo tipo de alimentos y bebidas, que les sirvió para recobrar fuerzas tras la intensa noche que habían pasado juntos. Tras el desayuno se vistieron y salieron de la cabaña, encontrándose con un sorprendente espectáculo. Robert y el jefe de los soldados, que se llamaba Xalor, estaban enseñando a los hombres del pueblo y a los esclavos recién liberados a luchar.
 - ¡Robert! ¡¿Se puede saber que está pasando?!- dijo Yumi.
 - Un par de soldados se fueron durante la fiesta de anoche, creemos que a avisar a los soldados que hay en la costa de nuestra presencia y de lo que ha pasado aquí.
 - ¡Pero esto es una locura, si hay una batalla serán masacrados! Lo que deberían hacer es huir lejos.
 - Aquí es donde tienen su vida, si se van lo perderán todo además tienen nuestra ayuda y Xalor, sabe como luchan. ¡Si nos preparamos bien, podemos ganar!
 - Tal vez ganemos una batalla, pero no la guerra en la que los estamos metiendo ¿Y que hay de la política de no involucrarse?
 - Desde que caímos en este planeta estamos involucramos. Fueron los piratas los que nos metieron en esto, al derribar nuestra nave. Lo hecho, hecho está, pero la única manera ahora de arreglarlo ahora es enseñándoles a luchar por su tierra y echando a los piratas de aquí.
 - Tal vez tengas razón, pero debemos evitar una masacre en la medida de lo posible y ellos carecen de la tecnología necesaria. Por favor, te pido que me dejes hablar con ellos… te lo ordeno.
 - Está bien, tú mandas- dijo el robot resignado.
 Poco después mandaron llamar a todos los habitantes del poblado para explicarles la situación.


 A kilómetros de allí, en el rudimentario vehiculo a motor, los esbirros que habían huido del poblado llegaron al atardecer a otra población, tomada por soldados como ellos, pero comandada por auténticos dioses. En el interior de una de las viviendas, Tigre y Norma asistían a la tortura de un nativo, que decía haber sido salvado por los auténticos dioses y venir en su nombre.
 - ¿Acaso esos dioses eran como nosotros?- preguntó Tigre al nativo que estaba en el potro de tortura.
 - Si, como vosotros… pero diferentes. Ellos no necesitan torturar a nadie para demostrar su poder.
 Tigre sacó un enorme cuchillo curvado, de esos que usaban antiguas culturas terrestres y ya se disponía a usarla contra el nativo, cuando entró en la estancia un soldado de cierto rango.
 - ¡Oh dioses de las estrellas! Ha llegado un vehículo a motor y sus ocupantes dicen traer noticias de un poblado del interior.
 - ¡Ahora estamos ocupados!- gritó Tigre.
 - Es que… traen noticias de los demonios que estamos buscando, dicen que los han encontrado.
 - Mira por donde- dijo Norma sonriendo.
 Tigre guardó su cuchillo y salió de la casa junto a ella, cuando los soldados que acababan de llegar los vieron aparecer, se apresuraron en arrodillarse ante ellos aterrorizados. Para los nativos todos los humanos parecían iguales, no importaba raza o sexo.
 - Nosotros… no sabíamos que…- balbuceó el nativo.
 - ¡Mírame!- dijo Tigre. El subordinado, alzó levemente el rostro, sin casi atreverse a mirar al que consideraba un dios - fíjate bien en nosotros. Y dime como eran los demonios que habéis visto, ¿Acaso como nosotros?
 El nativo fue a contestar, pero al fijarse mejor dudó. Había diferencias entre estos dioses y los demonios con los que se habían cruzado. 
 - Si… pero, ahora se que ellos eran falsos dioses, demonios llegados aquí para confundirnos. Ellos… Sus ropas… eran diferentes y sus rostros eran más pálidos, que el tuyo. ¡Oh venerado, ahora lo se! vosotros sois los auténticos dioses, ellos solo están aquí para confundirnos- dijo el nativo todavía asustado.
 - Está bien, ahora os levantaréis y nos llevaréis ante ellos. Pero antes descansad y contadnos lo que ha ocurrido en el ese pueblo del que venís.
 - ¿Qué hacemos con el prisionero?- preguntó otro de los subordinados. 
 - ¡Vigiladlo! Mañana vendrá con nosotros- dijo Norma, Tigre la miró furioso- Que pueda ver como acabamos con los falsos dioses.
 - Si- dijo Tigre sonriendo- que vea como mueren sus libertadores.


 En el interior, en las minas, algunas naves ya partían, poniendo rumbo a los satélites, desde donde el ambrosío sería distribuido a las distintas colonias, sin importar mucho si estas eran biraras, humanas, mautonas o de cualquier otra especie. Otras naves también estaban siendo cargadas y el trabajo en las minas se reanudaba supervisado por el mismísimo Dios, para imponer el terror tanto entre sus subordinados, como en los esclavos y siervos nativos. En ese momento sonó el comunicador.
 - Señor, hemos localizado a los náufragos. Pronto habrá terminado todo- dijo Tigre 
 - Espero que tengas razón. Sería difícil encontrar un mundo como este. 
 - ¿Podría enviar una nave al cuadrante siete, para decirnos como está la situación? Según nuestros informantes, la población de allí podría estar planeando traicionarnos. - ¿No has pensado que si no es así te arriesgas a perderlos? ¡Encontradlos y destruidlos! ¡A ellos y a los nativos que estén con ellos! Nos jugamos mucho con esto, nosotros y los que nos envían- dijo el bíraro.


 Justo antes del alba, las fuerzas de Tigre, salieron en dirección al poblado donde los náufragos estaban refugiados.


 Jotacé 

2 comentarios:

  1. Hola Juank!! Solo pasaba para avisarte que dejé un Premio para tu blog en mi sitio
    http://letradigitaluruguay.blogspot.com/2013/07/premio-dardos-para-ldu-gracias-judith.html

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