lunes, 14 de octubre de 2013

(H.C. 32) EL ATENTADO

Cuando Hugo vio el vehículo volador, abalanzándose contra él a toda velocidad, le resultó evidente que su ocupante lo había manipulado inhabilitándole el sistema seguridad. Con sus reflejos de piloto ya curtido, Hugo se tiró al suelo y rodó rápidamente en la dirección del aerodeslizador, que le pasó por encima, casi rozándolo para estrellarse unos metros más adelante. 


 Un par de horas antes, la policía moutona irrumpió en la habitación que compartía con Norma y la detuvo sin darles una explicación, aún medio adormilada por el somnífero que Hugo le suministro unas horas antes y cubierta tan solo por una sabana. Hugo se vistió a toda prisa, cogió la ropa de ella y salió de la habitación. Trató de ponerse en contacto con sus compañeros bíraros, pero estos habían desaparecido, según le informaron, habían ido a una pequeña colonia de su raza en el otro extremo del planeta, así que siguió su camina hasta el centro de detención, donde pudo hablar con Norma una vez estuvo vestida.
 - Dios y Tigre tenían razón, nos has traicionado, me has denunciado, pero estás muy equivocado si pensáis que voy a hablar de la organización para que tú puedas regresar como un héroe- dijo Norma en un susurro.
 - No se quien te ha denunciado, pero desde luego, no he sido yo.
 - ¿Y qué hay de Garn y Zot? ¿También están detenidos?
 - Por lo que me han dicho están en una colonia bírara al otro lado del planeta, quién sabe a lo mejor son ellos los que te han denunciado.
 - ¿Y tú? ¿Si es cierto lo que dices, por que no estás aquí?
 - No lo se, pero lo voy a averiguar.
 Poco después Hugo habló con el jefe de seguridad mautón, de aquel sector planetario.
 - Recibimos una denuncia por un robo producido hace algunas horas, el denunciante, es un humano y la descripción que dio coincide con la de su compañera- dijo el androide traductor 
 - Eso es imposible, yo he estado con ella todo este tiempo.
 - A la hora en la que a ella la identificaron, usted estaba en el bar del hotel con otro humano, el barman lo vio. 
 - ¿Cómo es posible? Pensaba que para los mautones todos los humanos somos iguales. 
 - Así es, pero para los androides y robots no. Además tenemos grabaciones de usted en el bar.
 - Ya veo, pero yo no estuve mucho rato en el bar y cuando volví a subir ella dormía profundamente, es imposible que le diera tiempo a…
 - Eso tendremos que decidirlo nosotros. Buenos días Sr. Lago.
 Hugo descartó la idea de contarle al policía que había drogado a Norma para acudir a la cita con Robmed, para darle información sobre los contrabandistas, por otro lado la desaparición de los dos bíraros le parecía muy sospechosa. 
Se dirigió nuevamente al hotel, con la intención de contactar con ellos y fue en ese momento cuando sufrió el intento de atropello por el aerodeslizador, que a duras penas logró esquivar. Del vehículo que se estrelló unos metros delante de él, salió un robot con cuatro patas, cuatro brazos armados con pistolas láser y muy malas pulgas. 
 - ¡MUERTE A LOS NO MAUTONES!- dijo soltando una ráfaga de tiros al aire.
 El robot disparó contra Hugo, justo cuando él se escondía detrás de otro vehículo aparcado cerca de allí, así que el monstruo mecánico, con una precisión absoluta, disparó contra otros transeúntes bíraros y humanos que pasaban por allí. Luego corrió a gran velocidad hacia el escondite de Hugo, que se vio obligado a salir esquivando las ráfagas como podía. Enseguida llegaron las autoridades moutonas, que protegidos de escudos y disparando contra el psicótico robot, consiguieron hacerle retroceder. La calle se convirtió en un auténtico campo de batalla. El robot dio media vuelta intentando huir, pero la policía lo tenía rodeado, así que con sus garras empezó a ascender por la pared del edificio más próximo y corrió por los tejados en la misma dirección en la que había visto huir a Hugo, que se había convertido en su objetivo principal. Hugo que se escondió bajo la fachada del hotel donde se hospedaba con Norma, desde allí vio como una pequeña nave moutona, lanzaba un misil en su dirección, o mejor dicho contra el tejado del edificio y se vio obligado a salir al descubierto. El robot al verlo cruzar la calle disparó contra él, pero el disparo se desvió de su objetivo, cuando el misil dio en el blanco, haciendo trizas tanto al monstruo mecánico, como a parte del edificio, que se vino abajo. Hugo sufrió el impacto de algún que otro cascote que lo hirió levemente. Una vez pasó el peligro, llegaron los vehículos sanitarios y la calle se llenó de curiosos de todas las especies, que querían ver con sus propios ojos lo que había pasado. Ya en el hospital, un androide médico atendió las heridas de Hugo, cuando aparecieron por la puerta, Norma y el jefe de seguridad mouton con su inseparable androide traductor.
 - ¡Norma! ¡¿Te han soltado?!
 - Eso parece, el jefe de seguridad te lo contará mejor que yo.
 - El androide que le agredió pertenece a una célula terrorista que considera a todos los no moutones seres inferiores. Casualmente entre sus víctimas estaba el humano que denunció a su compañera, así que sin testigo no puede haber crimen. 
 - Ya veo. ¿Ahora que está muerto, podríamos saber la identidad de dicho denunciante?
- Se llamaba Morgan Morán, un humano loco y sin demasiada suerte que se encontraba atrapado en el planeta desde hace años. Realmente su compañera habría estado bajo arresto muy poco tiempo, la denuncia de dicho individuo carecía de fundamento, ya que no poseía nada que mereciera la pena ser robado. Sentimos todo lo ocurrido. Ya les hemos reservado una habitación en otro hotel, las autoridades planetarias corren con los gastos.
 - Y yo siento haber dudado de ti- dijo Norma besando a Hugo en los labios.
 Poco tiempo después, regresaron los dos bíraros y el Tortuga inició otro viaje a uno de los asteroides contrabandistas, donde les esperaba otro cargamento de ambrosio. Pero a Hugo todo aquel incidente en el planeta le asqueaba, aquel robot asesino, había ido directamente a por él y aquella denuncia anónima. 
Si sus compañeros sospechaban de él, ¿Por qué habían montado todo aquello? En el espacio les sería más fácil deshacerse él sin que nadie hiciera preguntas. Allí ocurría algo extraño, era indudable que había alguien más moviendo los hilos y tendría que averiguar quien era antes de que lo quitara de en medio.

 Jotacé

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