lunes, 30 de septiembre de 2013

(H.C. 31) LA CAPTURA DE FIZO

La guerra se había extendido por todo el continente, los rebeldes se refugiaban en cuevas que les ocultaban de sus enemigos, cuando pretendían encontrarles desde el aire, con sus cazas espaciales, que los nativos confundían con criaturas capaces de echar fuego por la boca, como los dragones de las antiguas leyendas de la tierra. Las guerrillas mandadas por los dioses libertadores se habían extendido por todas partes, poco importaba que la mayoría de los luchadores por la libertad, nunca hubiera estado en presencia de alguno de aquellos dioses, lo cierto es que la mayoría de los soldados del bando contrario, tampoco habían visto a sus dioses, siempre escondidos en su fortaleza en las montañas. Muchos de los rebeldes solo habían visto a una diosa, a la que por lo indestructible de su indumentaria se le adjudicaban poderes extraordinarios y una gran sabiduría a la hora de hacer frente a sus más numerosos enemigos, sin embargo las leyendas que ya se habían extendido por todo el continente hablaban de tres dioses, al desconocer el auténtico paradero de los otros dos pequeños dioses, se creía que los otros dos dioses eran Xalor, que antes había servido para los otros dioses y Mugol, hijo del jefe del pueblo donde había nacido la rebelión y que los dioses de las estrellas habían destruido. Para Yumi, que los nativos del planeta les hubieran otorgado a sus dos lugartenenientes la divinidad que en un principio se les otorgara a Robert y Hugo, le parecía perfecto, así los otros dos terrícolas podrían continuar con su misión de llegar a la base pirata y robar uno de aquellos cazas, con los que aterrorizaban a los nativos. 
 Entre tanto la carreta en la que ellos viajaban, acompañados por Fizo y Kina se veía continuamente obligada a viajar por caminos poco frecuentados que los llevaban al interior de frondosos bosques. Pero incluso evitando los caminos principales, a medida que se acercaban a su objetivo, los riesgos eran cada vez mayores. Como habían hecho al principio del viaje, cuando se aproximaban a una aldea, Kina se quedaba en la carreta, junto con Hugo y Robert, mientras que Fizo iba en busca de provisiones. Pero en la mayoría de aquellas aldeas eran fieles a los dioses de las estrellas y desconfiaban de los extraños y más si a esos extraños eran de las razas que consideraban inferiores. Para evitar levantar sospechas, Fizo solía llevar el rostro cubierto por una capucha, alegando si se lo preguntaban, que había participado en alguna contienda contra los rebeldes y tenía la cara desfigurada. Pero en una de aquellas aldeas en la que descansaba una partida de milicianos, Fizo coincidió en uno de los comercios con uno de los jefes de la milicia. 
 - Si lo que cuentas es cierto, acompáñame a la taberna y permíteme que te invite a un trago- dijo el soldado. 
 - Bueno, ahora tengo algo de prisa, me esperan en el camino. 
 - ¡Pues que esperen! Un auténtico soldado nunca rechaza una copa por parte de un compatriota. 
 - Yo ya no soy soldado y si me disculpáis, tengo algo de prisa- dijo Fizo dando media vuelta, con la intención de salir de allí lo antes posible. 
 - ¡Un veterano nunca se avergüenza de las heridas causadas en la batalla!- dijo agarrando a Fizo por la capucha y descubriendo su rostro
-¡Lo sabía! ¡Eres un espía! 
Fizo le dio una patada, haciendo caer al soldado sobre el mostrador del comercio y salió corriendo, pero enseguida, muchos hombres del pueblo, ya fuera por miedo a represalias o por auténtica devoción a sus dioses, se lanzaron a la captura del extranjero. 

Testigo de aquellos hechos era Remcho, que ya se había cruzado con Fizo poco después de que este desembarcara con los terrícolas y que convirtiéndose en una auténtico creyente de los dioses libertadores había sido de los primeros junto con Fizo en propagar su llegada, razón por la cual fue capturado por los ahora denominaba “los demonios de las estrellas”, representados por Tigre y Norma. Lo hicieron torturar, pero pudo aprovechar el desconcierto de sus captores al sufrir una humillante derrota en el poblado del otro lado de las montañas. El fuego producido por los dragones en los bosques que rodeaban a la aldea, le hizo huir hacia las montañas. Por miedo a caer nuevamente en manos de los demonios, evitó cualquier contacto con los de su especie y logró sobrevivir a base de pequeñas alimañas y raíces. Así cruzó la cordillera montañosa, donde fue nuevamente capturado, pero esta vez por los rebeldes, que se estaban empezando a extender más allá de las montañas. Cuando él les dijo quién era, por lo que había pasado y que había estado tanto en presencia de los “dioses libertadores” como de los “demonios” que lo mandaron torturar y como logró escapar, lo tomaron como uno de los suyos. Remcho reconoció a Fizo mientras era capturado por la milicia y supo que aquello era más que una simple casualidad. 
Esa noche en el campamento, tanto los dos terrícolas como sobre todo Kina, se inquietaban ante la tardanza de Fizo. 
 - Seguro que ha pasado. Tendría que haber ido yo, una mujer, aún extranjera seguro que levantaba menos sospechas- dijo Kina 
- Yo me acercaré esta noche, como ya hice en el poblado. Encontraré a Fizo y lo traeré de vuelta sin que nos vean- dijo Rob. 
- A lo mejor se ha visto obligado a quedarse en el pueblo por alguna razón que desconocemos- dijo Hugo intentando tranquilizar a Kina. 
 - ¡Es increíble! ¡Sois dioses y desconocéis lo que haya podido ocurrirle!- dijo Kina. - Si, bueno. Ni los dioses son… somos infalibles- dijo Hugo. En ese momento Rob se levantó de golpe y miró hacia la oscuridad. - Alguien se acerca, probablemente Fizo. Escondámonos en la carreta por si acaso. Hugo se levantó y siguió al androide al escondite de la carreta. Entonces, del interior del bosque apareció un pequeño grupo de nativos dirigidos por Remcho. Kina se levanto sobresaltada, agarrando su tosca arma de fuego. - ¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué buscáis?! 
 - Somos rebeldes, mi nombre es Remcho. Es raro encontrar a una nativa de otra raza aquí sola. Tal vez puedas ayudarnos… buscamos a tres dioses. 
 - ¡¿Qué?! No se de que hablas ni como podría ayudaros. 
 - Es una lástima. Veras yo vivía en un poblado cerca de la costa y conocí a tres dioses que habían venido a liberarnos, ellos iban acompañados de un nativo de tu misma raza que se hacía llamar Fizo. Hoy he visto en la ciudad, como fizo era capturado por la milicia enviada por los demonios de las estrellas… 
- ¡¿Qué?! ¡¿Capturado?!- dijo Kina abriendo mucho los ojos. 
En ese momento Rob y Hugo salieron del carromato y tanto Remcho, como sus compañeros rebeldes que hasta ese momento eran bastante escépticos ante las afirmaciones de su compañero, se arrodillaron al verlos. 
 - ¿Veis como os dije la verdad? 
- ¡Levantaos, amigos!- dijo Rob
- Remcho me alegra ver que estás bien, aunque sea en estas circunstancias. 
 - Y a mi me alegra volver a veros y más en ahora que se que puedo ser de utilidad para vosotros. 
 - Pero… las leyendas dicen que son tres dioses y que dos son nativos como nosotros- susurro uno de los compañeros de Remcho. 
 - Y yo os dije que eran tres si, pero que ninguno era nativo. 
 - No se que está pasando aquí- dijo Hugo 
 - Es fácil de explicar- dijo Rob,- nosotros dos viajamos de incógnito, mientras uno de nosotros se ha quedado en las montañas para guiar la rebelión y probablemente para que nosotros podamos seguir nuestro camino sin ser descubiertos, dos nativos habrán tomado nuestra identidad para ocultar nuestro viaje. 
 - ¡¿Queréis dejar de discutir sobre eso?! ¡Han cogido a Fizo! ¡Hay que hacer algo!- dijo Kina con desesperación. 
Todos se quedaron mirando a la hermosa y preocupada nativa.

 Jotacé.

jueves, 26 de septiembre de 2013

ESPUMAN Nº 1 (Luis Martín)

ESPUMAN Nº1
GUIÓN: LUIS MARTÍN DOMÍNGUEZ
DIBUJO: LUIS MARTÍN DOMÍNGUEZ
IDIOMA ESPAÑOL
FORMATO PDF
COLOR
PÁGINAS 21
 SINOPSIS:
Dani es un niño al que le encantan los cómics de super héroes, un día rescata a un pequeño perro, un sorprendente viajero del espacio exterior  que le entrega un poderoso amuleto. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

(M.N. 14) LA NOCHE MÁS OSCURA



Daniel y Jota, eran un punto débil para la seguridad de la guarida del vampiro, ya que de un modo u otro, todos los habitantes del edificio estaban ya bajo su influencia. Doña Carmen decidió, que el primero en caer de los dos sería Jota, el compañero del que había sido su nieto cuando estaba viva. La voluptuosa Sofía sería el cebo perfecto, así decidió refugiarse en su guarida, situada en uno de los oscuros trasteros del edificio, para ser más consciente de lo que ocurría con ese nuevo cuerpo, ya que todavía le faltaba práctica a la hora de controlar varios cuerpos a la vez, era como estar en varios sitios al mismo tiempo y a la vez en ninguno, pero daba igual, tenía una eternidad para acostumbrarse a su nuevo estado. Los recuerdos y conocimientos de la persona que había sido Sofía le pertenecían al igual que ella y a través de dichas experiencias, ahora sabía como pensaban y se comportaban las nuevas generaciones, tan distintas a las de ella y atraer a Jota bajo su influencia fue muy fácil, pero entonces algo empezó a salir algo mal, alguien se estaba interponiendo entre su víctima y ella. Aunque tenía a Jota totalmente sometido, aquella misteriosa mujer, ya que se trataba de una mujer, parecía muy insistente, finalmente se abalanzó sobre él y dándole con un simple beso en los labios, fue capaz de romper el hechizo. Supo entonces que ya se había encontrado en otra ocasión con ella, podía percibir su esencia, aunque la vez anterior apenas había tenido tiempo de sentirla antes de que la misteriosa mujer le clavara una estaca al cuerpo del vampiro que había sido su primera victima y que estaba dominando en ese momento. Como un acto reflejo, Sofía busca a otra víctima de la que tomar su primera sangre, antes de regresar con su ama.           
Doña Carmen debía consolidar su poder esa misma noche, el edificio casi formaba parte de ella, al igual que Sofía y que la mayor parte de sus habitantes. Sabía quien entraba, quien salía y quien estaba en ese momento en casa.          
Laura y Carlos eran un matrimonio normal de poco más de cuarenta años, con dos hijos menores que a causa de las extrañas pesadillas que sufrían por las noches, en las que recibían la visita de una extraña mujer, vivían atemorizados, razón por la cual sus padres los enviaron a pasar el fin de semana en casa de unos familiares, esperando que el cambio de aires al menos por esos dos días les sentara bien. El matrimonio regresó a casa, después de haber salido a cenar y a tomar unas copas con unos amigos.   
- Ya no estoy para salidas nocturnas- dijo Laura bostezando.   
Carlos sonreía abriendo el portal del edificio. Un gato blanco observaba sus movimientos desde la oscuridad y antes de bajar del ascensor ya los esperaba agazapado en la escalera, para escurrirse entre sus piernas y entrar en el piso cuando Carlos abrió la puerta. Al encender el interruptor, lo que parecía una sobrecarga en el sistema eléctrico, fundió los plomos de todo el edificio, o eso creyeron ellos en un principio, ya que al fijarse mejor se dieron cuenta de toda la calle estaba totalmente a oscuras, también a los teléfonos móviles se les descargó la batería, a pesar de que hacía poco tiempo que las habían cargado. El matrimonio se vio obligado a guiarse a tientas por el pasillo y las habitaciones, buscando todas las velas disponibles en la casa, incluso las aromáticas del cuarto de baño.        
- Mmmmm… que romántico- dijo Laura con una sonrisa pícara.  
- Si, una pena que haga este frío aquí dentro.    
- ¿Es curioso verdad? En la calle hacía calor. Bueno, razón de más para meternos en la cama y acurrucarnos bien, ¿no crees?   
- Je je je… Ya veo por donde vas. Con los niños fuera, sería un desperdicio desaprovechar la noche- dijo Carlos agarrando a Laura por la cintura, se la acercó y la besó en los labios.      
- ¡Espera, no seas impaciente!- dijo ella rechazándolo con un brazo.
- Primero tengo que ir al baño, cariño.       
Carlos dejó su vela encima de la mesita de noche y empezó a desabrochase la camisa, entonces sintió una extraña caricia rozándole las piernas, inclinó la cabeza hacia abajo y sorprendido vio a la gata blanca que se lo quedó mirando fijamente a los ojos.      
- ¡Ey! ¿Qué haces tú aquí?- susurro reconociendo a la gata de la portera. 
En el cuarto de baño, después de hacer sus necesidades, Laura empezó a prepararse para meterse en la cama, sustituyendo su vestido de noche por un sexi picardías que reservaba para noches como aquella. Se miró en el espejo a la luz de la vela, se atusó el pelo, se enderezó los senos para que quedaran lo más sugerentes posible y se dispuso a salir del cuarto de noche. Al abrir la puerta se llevó el susto de su vida, ya que su marido estaba sentado en la cama, inclinado hacia un lado mientras una mujer mayor, parecía estar besándolo en el cuello, como en las pesadillas que decían tener sus hijos. Quedó aterrorizada al ver la escena. Como si la luz atravesara a la etérea anciana, en la pared solo se veía la sombra de Carlos, el cual tenía mirada perdida en el vacío con los ojos vidriosos. La anciana a la que reconoció como su vecina muerta hacía poco tiempo, dejó a Carlos que permaneció sentado en la cama, rígido, casi inerte y la miró a ella fijamente, con extraña y fingida sonrisa. Laura quiso gritar aterrorizada, pero un nudo en la garganta se lo impedía, retrocedió un paso con la intención de salir de allí corriendo, pero unas manos fuertes, se posaron en sus hombros impidiéndoselo.   
- No temas nada, pronto habrá pasado todo- le susurró la voz de una mujer joven a su espalda.         
Se giró despacio y como salida de una pesadilla, vio a Sofía a la que casi había considerado como una amiga antes de que falleciera hacia apenas unos días. Sofía le quitó la vela que llevaba en la mano, antes de que la dejara caer y Laura se dio cuenta de que su difunta amiga al igual que la anciana, tampoco proyectaba sombra. Las manos de doña Carmen se le posaron en los hombros y sintió primero el frío y pestilente aliento de la anciana, antes de que sus labios se posaran en su cuello, como habían estado antes en el cuello de Carlos. Una extraña punzada la atravesó de la cabeza a los pies, todo se tornó oscuridad y perdido el control de su propio cuerpo. Sintió como unos brazos la alzaban en el aire y la posaban en la cama.
Poco a poco fue recuperando la conciencia y la vista, viendo la tenue luz de las velas en el techo de la habitación. El rostro sin sombra de Sofía, la contemplaba con la misma inexpresiva mirada que la anciana. Paralizada como estaba, notó como una sombra se acercaba hacia ella, pudo girar un poco la cabeza y ver a Carlos con un cuchillo en la mano y guiado por doña Carmen, se acercaba lentamente a la cama, de sus ojos salían lágrimas de impotencia, ya que la anciana era quien lo controlaba como a una marioneta, igual que a la difunta Sofía y que a ella misma. Laura lloraba de la misma forma que lo hacía su marido, Carlos al igual que ella, era consciente de lo que estaba ocurriendo e intentaba evitarlo por todos los medios, pero la voluntad de la anciana era demasiado fuerte para él. Alzó el cuchillo se lo clavó a Laura, el dolor rompió la influencia que doña Carmen ejercía sobre ella y por fin pudo soltar un único y aterrador grito. Después de la primera puñalada, Carlos volvió a clavarle el cuchillo, dos y tres veces más, hasta que la vida dejo el cuerpo de la que había sido su mujer.        
- Ahora te toca a ti- le susurró doña Carmen en el oído.   
Carlos dejó de luchar contra la influencia de la anciana, después de lo le que le obligó a hacer, ya daba todo igual, se acostó al lado Laura y sin dudarlo un instante se clavo el cuchillo con toda la fuerza que podía en el corazón, en un eterno momento, notó como la vida se le escapaba también a él y todo se volvió más negro de lo que nunca había sido.                             
Jotacé.

jueves, 19 de septiembre de 2013

REDENCIÓN LA VENGANZA DE KANAN (Jorge Portela Giner)

En su tercera novela, Jorge Portela nos lleva de vuelta al fantástico mundo de Atria, habitado por elfos, dragones, orcos y otras fantásticas criaturas. Acompañado de por su padre Volgan y sus nuevos amigos, Alex debe seguir con su entrenamiento como warlucy. Pero tras la batalla que vimos en la primera entrega, el mal ha tomado la forma de la hermosa y manipuladora Nif, la cual tiene nuevos planes para derrotar a las fuerzas de la luz, para ello cuenta con el lucy caído Kanan, que tras la derrota recibida, se da cuenta de las muertes que se han producido por sus errores. Lleno de dolor y remordimientos, ve en los maléficos planes de su oscura amante, la oportunidad de redimir sus pecados. Atria es la herramienta que utiliza Jorge para la aventura, la magia, el romanticismo y en definitiva, para el entretenimiento y la evasión del lector habido de fantásticas emociones.

lunes, 16 de septiembre de 2013

(H.C. 30) ESPÍAS Y CONSPIRACIONES


Norma era insaciable, antes de que entraran en la habitación, ya lo estaba desnudando y quitándose ella misma la ropa.     
- ¡Espera loca! ¡¿No quieres primero una copa de vino?!   
- No, y creo que tú tampoco- respondió ella tocándole la entrepierna. 
Le quitó la botella dejándola sobre la mesa y lo empujó a él en la cama, tirándose encima. Para Hugo fue imposible reprimir sus impulsos, así que imaginando que Norma era Marina, la mujer con la que realmente quería estar, participó en el juego. Media hora más tarde, ella tenía ganas de seguir pero Hugo se levantó, convenciéndola de que necesitaba reponer fuerzas, fue primero al cuarto de baño, sabiendo que ella le seguiría después y en cuanto ella entró, él aprovecho para buscar entre su ropa la pequeña cápsula con somnífero que le había pasado Rob en el bar y lo echó en una de las copas, la misma que le dio a Norma en cuanto salió del cuarto de baño, entrechocaron las copas y Norma se bebió la suya de un trago, sin darle tiempo a Hugo a mojarse los labios.         
- ¿Qué, ya te has recuperado?- preguntó Norma Impaciente.  
- Casi, espera un momento- contestó Hugo bebiéndose la mitad.  
Norma le quitó la copa, se bebió lo que quedaba, la dejó encima de la mesita de noche junto con la suya. - Suficiente- dijo con una sonrisa pícara. Lo besó y se quedó dormida encima de él, la echó a un lado suspirando aliviado, la tapó para evitar que cogiera frío y se vistió para bajar al bar del hotel. Se sentó en la barra y una chica de apenas metro sesenta y con un aspecto un tanto vulgar, se acercó a él.      
- Ya era hora Hugo, ¿o debo llamarte Carlos Lago ahora?- dijo Rob 
- Muy graciosa, pensaba que te presentarías con el aspecto de Marina. 
- No, antes solo quería llamar tu atención. ¿Tienes la información? 
- He intentado memorizarla como me dijiste, pero yo no soy una máquina ¿sabes? Lo poco que logre memorizar, se lo envié a Marina. Por cierto, ¿Cómo está? La hecho mucho de menos.    
- ¿En serio? Por que antes te vi muy bien acompañado… En fin, ella también te hecha de menos a ti, dice que te quiere y que tengas cuidado- Hugo suspiró al oír aquello.
- ¡Está bien! Arriba tengo una habitación reservada, donde podremos charlar más tranquilos.    
Entraron en la habitación y en cuanto se cerró la puerta, Rob volvió a coger la apariencia de Marina con la que había presentado unas antes en el bar.            
- Siéntate ahí- dijo Rob señalando un sillón.     
- ¿De quién era la apariencia que tenías antes?    
- ¿Te gustaba? Es una científica de la Strux en la Tierra, que apenas sale del laboratorio.         
- Prefiero a Marina.         
- Ella te también te prefiere a ti- dijo Rob con una sonrisa.- Ahora, relájate y mírame fijamente a los ojos.       
- ¿Qué vas a hacer?         
- Hipnotizarte, para sacarte toda esa información que no recuerdas. Ahora mírame y respira hondo…                    
En cuanto habían salido del bar, el barman, que era un mautón con unos zancos biónicos gracias a los cuales, podía estar a la altura de otras razas espaciales, ya fueran humanos o bíraros, marcó un código en su microordenador.           
- He identificado al humano que me dijisteis, ha bajado solo y se ha encontrado con otro humano, no estoy seguro pero creo que era una hembra y no, no era la humana con la que subió antes.     
- Probablemente sea una espía del Cristóbal Colón, intenta averiguar su identidad- contesto la imagen tridimensional Tigre.     
Gracias a la capacidad del androide para cambiar continuamente de identidad y a las continuas precauciones que había tomado, al mautón le fue imposible cumplir con la tarea que le asignó Tigre, él cual sospechó de Hugo incluso antes de que entrara en la organización, estaba convencido de que este, aún estando al otro lado de la ley, trataría de ayudar a sus antiguos compañeros para recuperar su vida anterior como piloto de caza a bordo del Colón. Ahora, tenía que encontrar la forma de separar a Hugo del resto de la tripulación del Tortuga, para poder deshacerse de él, sin que sus nuevos compañeros sospecharan nada, tal y como había ordenado su jefe. Lo más fácil fue alejar aquella misma noche a los dos bíraros.
Cerca de una de las ciudades coloniales que había al otro lado del planeta, en unos altos picos montañosos, las autoridades mautonas habían autorizado a un pequeño grupo de biraros la construcción de un pequeño gueto, donde aquellas emplumadas criaturas, se encontrarían más a gusto y donde la tripulación de dicha especie del Tortuga, podría encontrar diversiones más acordes con los miembros de su especie. Hizo que dicha información les llegara poco después de que Hugo y Norma se retiraran a su habitación de hotel, así que los dos bíraros dejaron su reserva en el hotel así como un mensaje en la recepción del mismo para los dos humanos, para ir poco después en busca de un transporte que los llevaría cerca de aquel destino tan deseado por ellos. Después de la sesión de hipnosis, con excelentes resultados a la que Hugo fue sometido, por parte del androide, el expiloto regresó a su habitación, donde Norma seguía durmiendo profundamente, se desnudó y se acostó junto a la joven contrabandista, sumido en sus oscuros pensamientos.
Entre tanto, bajo otra de sus falsas identidades, el androide dejó primero el hotel y luego a pie, la ciudad. Corrió a gran velocidad sin cansarse un ápice asta el pequeño caza, gracias al cual había llegado clandestinamente al planeta, que abandonó de la misma forma, poniendo rumbo al Cristóbal Colón, que lo esperaba a años luz de distancia, junto con la información que portaba consigo.                                  
Ya hacía un par de horas que amaneció en el planeta colonial moutón, cuando unos golpes en la puerta despertaron a los dos humanos que dormían en la habitación del hotel. Hugo apenas tubo tiempo de ponerse los pantalones antes de abrir y dos mautones, provistos de grandes zancos biónicos, de los uniformes de las autoridades coloniales y acompañados de dos robots, provistos de grandes tentáculos, irrumpieron en la estancia a empujones.          
-¡¿Qué significa esto?!- preguntó Hugo sorprendido.   
- Tenemos órdenes de llevarnos a la hembra humana para una interrogación.            
Sin ningún miramiento, uno de lo grandes robots, fue a la cama y sacó a la soñolienta Norma, sin darle tiempo a ponerse la ropa.    
-¡Pe-pero! ¡¿De qué se me acusa?! ¡Tengo mis derechos!    
- Está en una colonia mautona. En el centro de detención se la informará de todo- dijo uno de los mautones.      
- ¡¿Y mi ropa?! ¡Al menos dejad que me vista, brutos!   
- Su compañero le llevará la ropa al centro.     
Hugo miraba la escena impotente mientras el otro robot lo sujetaba con sus fuetes tentáculo para evitar que hiciera una locura.   
- ¡Debe de ser un error! ¡Avisaré a Garn y a Zot!    
Los mautones salieron junto con los dos robots, uno de los cuales parecía haberse convertido en una especie de jaula andante en que llevaba prisionera a Norma. Hugo se apresuró a terminar de vestirse, cogió las cosas de Norma y salió tras las autoridades.                                 
 
Jotacé

jueves, 12 de septiembre de 2013

BALAS DE CARMIN (Alfredo García Francés)

Descripción del producto

Un thriller de acción trepidante entre Colombia, Miami y Madrid, violencia infinita y sexo que salpica al lector. Una bofetada al narcotráfico y el terrorismo de las FARC, una denuncia de los secuestros, un grito contra la violencia doméstica y a favor de la libertad sexual entre mujeres.

Balas de Carmín narra el drama de las mujeres y hombres secuestrados por las FARC, la narcoguerrilla colombiana. Es la historia de una mujer y su lucha contra un destino trágico en las sierras y en las calles de Colombia y, también, una novela de amor. De amor entre mujeres inmersas en un mundo de violencia que amenaza con devorarlas. Narcos, guerrilleros y sicarios y una protagonista, Lany, que es lesbiana y nunca lo ocultará.

lunes, 9 de septiembre de 2013

(M.N. 13) FIESTA DE INAGURACIÓN


Esther, que en pocos días se había convertido en la compañera inseparable de Daniel, ayudó aquella tarde a los dos amigos con los preparativos para la cena de aquella noche, les acompañó a hacer la compra, y se encargó de preparar parte de la cena, consistente en croquetas, empanadillas, tortilla de patatas, pizzas y otras cosas de picoteo, antes de que llegara más gente. Jota y Daniel, retiraron algunos muebles para hacer sitio, en una mesa pusieron las bebidas, consistentes en refrescos con gas de cola, naranja, limón y algún otro zumo para combinarlo con las bebidas alcohólicas, vodca, whiskey y ron. Las cervezas se quedaron en el congelador, junto con el hielo y de la música, se encargaba la selección que Jota guardaba en su portátil, conectado a dos pequeños altavoces puestos estratégicamente para que la música llegara a toda la habitación.                                                              
 El primero de los invitados en llegar, fue Santiago, el amigo de Daniel, que llegó antes de que estuviera todo listo. Siempre dispuesto a echar una mano, pero que sin saber muy bien como, se vio relegado como siempre a un rincón el sofá, más tarde llegó Alex, con Sara y María, las dos compañeras de piso de Esther. Otro par de amigas de Esther, también se apuntaron al sarao, y algunos compañeros del trabajo. Paco llegó de los últimos, acompañado de uno de sus ligues, lo cual provocó la mirada de fingida indiferencia por parte de María, con la que semanas atrás, tubo un afer.                                                            
 La mayoría de los invitados traían consigo alguna botella de vino, cava o algún otro licor.     
 Sin que nadie se diera cuenta, alguien más se había colado en la fiesta sin ser invitada, se trataba de Selina, la gata de la señora Eulalia, que asistía silenciosa a todo lo que allí pasaba, dejándose acariciar dócilmente por todo el que reparaba en su presencia y sin que nadie sospechara de que tras esos ojos de felino, se encontraba la mirada inteligente de un ser, cuya carencia de cualquier tipo de sentimientos, le hacía capaz de las mayores crueldades para salirse siempre con la suya y lo único que buscaba era aquello de lo que siempre había carecido incluso, antes de morir, cuando era doña Carmen, ya le faltaba aquello que a la mayoría nos hace ser humanos.                                                            
Algunas horas más tarde, sonó el interfono de la puerta, fue uno de los invitados más próximo al aparto el que contestó.                                                              
 - ¡Santi! ¡Preguntan por un tal Santi!- gritó.                                                             
Santiago, que seguía sentado en su rincón del sofá, con un baso de naranjada en la mano, mientras una pareja se daba el lote a su lado, se levantó como un resorte y fue hacia la puerta, era su padre, que le esperaba en la puerta de la calle para llevárselo de vuelta a casa.                                     
- ¡Ssssssi! A…ahora b… ba… bajo. Boy a des… despepe… dirme- tartamudeo.                                                                                                                                       No sabiendo donde estaba su amigo Daniel, se dirigió hacia Jota, que charlaba con las compañeras de piso de Esther.                                                               
- Yyyyya me… me… mmme te te tengo que ir. ¿Hab… habeis vvvvis…visto a Da Dani?                                                                                                                       
- Creo que está ahí, cariño, en el sofá con Esther- dijo María                           
Efectivamente, su amigo al que creía haber perdido de vista durante casi toda la fiesta, había estado todo el rato a su lado, ocupado en otros menesteres más placenteros junto con su novia. Mientras se despedía de su amigo, el pitido de un coche, sonó varias veces en la calle y el pobre chico se vio obligado a apresurarse en las despedidas.                                                                                   
- ¿Quién era ese?- preguntó María.                                                                                 
- Un amigo de Dani. Estuvo echando una mano hace un par de semanas, cuando estuvimos pintando el piso- contestó Sara.                                                         
Poco más tarde, Paco sugirió el ir a alguna discoteca a continuar con la fiesta, idea que todos apoyaron unánimemente. La gata salió al balcón transformada en niebla, para adoptar la apariencia de la anciana que era y ver como invitados y anfitriones, se dirigían a sus coches. Los siguió entonces desde las alturas, convertida ahora en lechuza que persigue a su presa. Su objetivo, era el coche de Jota, donde viajaban además Daniel y Esther. Mientras el vehículo realizaba las maniobras de aparcamiento, la lechuza, observaba subida en lo alto de una farola. Siguió los pasos de los chicos hasta la puerta de una discoteca donde se encontraron con sus amigos con los que hicieron cola hasta llegar a la entrada, guardada por dos fornidos guardias de seguridad. El vampiro, desde lo alto de una azotea donde había adoptado su forma original, sabía que como vampiro necesitaba la invitación expresa de los vigilantes y que sería extraño presentarse en la puerta, con la apariencia de doña Carmen, pero siempre había otras formas de entrar. Una espesa niebla, pasó entre sus piernas y bajó hasta la entrada, sin que nadie se diera cuenta adoptó la apariencia de Sofía, que ahora formaba parte de doña Carmen. Eran un mismo ente con distinta apariencia y compartiendo la mente. En cuanto los porteros vieron a la difunta pero sexi y seductora profesora de fitness, se apresuraron a quitar el cordón de la entrada y dejarla pasar, mientras doña Carmen, adoptaba la forma de ave nocturna para regresar a su guarida.                                                                                                        
Jota intentó relacionarse con las chicas que habían estado en su fiesta sin pareja y aunque en un principio le siguieron el juego, lo único que querían era divertirse. Así después de pasar por la barra e intentar sin demasiado éxito flirtear con ellas, terminaron todos en la pista de baile, siguiendo el ritmo de aquella machacona música, donde finalmente ellas terminaron por ignorarle completamente, eso si atrayendo la atención de otros moscardones, por los que parecían sentirse más atraídas que por el pobre Jota. Entonces, a varios metros de distancia de donde estaba, la vio a ella, Sofía. Era como la luz de un faro en un mar de de gente y a los ojos de Jota todos los que estaban en la discoteca se convirtieron en simples sobras danzantes, ella se movía de un modo sensual y seductor, sin dejar de mirarlo ni por un segundo. Ya ni siquiera escuchaba la música, solo la silenciosa llamada del vampiro, como la de las sirenas atrayendo a los marineros hacia desastre, un pasillo pareció formarse entre ambos, Jota avanzó hacia ella, y entonces ocurrió que una de aquellas borrosas sombras se puso en medio del pasillo entre los dos, intentando llamar su atención. En un par de ocasiones tubo la impresión de que aquella sombra tenía el borroso rostro de una mujer, pero Jota la ignoró para seguir su fatal destino. De pronto sus labios chocaron en un beso con los labios de otra persona, haciéndolo salir de aquel extraño trance al que parecía estar sometido y el borroso rostro de la chica se hizo más claro, ella era casi tan alta que él, con el pelo castaño claro y un cuerpo escultural y bien formado que en nada tenía que envidiar al de la sobrenatural Sofía.               
- ¿Pe… pero, qué ha pasado? ¿Quién eres tú?- preguntó Jota atónito.                
- Siento haber actuado así, pero hay un pesado que no puedo quitarme de encima y… lo siento no quería importunarte- dijo la chica con un extraño acento, que delataba a pesar de su perfecto castellano que era extranjera.                       
- ¡Joder no, para nada!- dijo Jota todavía medio aturdido                                
- Mira detrás de mí y dime si ves a un tío un tanto rechoncho, con gafas y un baso en la mano, por aquí cerca.                                                                                           
Jota hizo lo que la chica le había dicho, viendo a un tipo que se ajustaba bastante a la descripción, mirando hacia ellos. Ya de paso comprobó además que la espectral Sofía había desaparecido por completo, como si de un extraño y lúcido sueño se hubiera tratado.                                                                      
- ¿Lleva una camisa verde?- preguntó Jota.                                                        
- ¡Si, joder!- dijo ella con cara de asco.- Ya se que es pedir demasiado pero ¿podrías seguirme el royo un rato, al menos hasta que el pesado ese se canse y me deje en paz? Por favor.                                                                               
- Si, claro, pero al menos dime como te llamas, yo soy Javier, aunque todos me llaman Jota.                                                                                                    
- Encantada Jota, yo soy Diana- dijo ella besándolo nuevamente en los labios.                
 Diana lo cogió de la mano y lo condujo al centro de la pista donde se puso a bailar con él en plan sexi.                                                                                   
En un oscuro rincón de la discoteca, Sofía ya había encontrado a otra víctima de la que alimentarse antes de irse definitivamente de allí.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    
Jotacé.

jueves, 5 de septiembre de 2013

BAJO EL MUNDO: LA VIUDA DE LOS ESTRIGOIS (Ioan Silvan)


Definición de Estrigoi según el diccionario Rumano:
“El alma de una persona fallecida o viva que se transformaría durante la noche en un animal u otra aparición fantasmal, acarreando perjuicios a quienes se le crucen en el camino; persona nacida bajo un signo nefasto, que estaría en conexión con el diablo y se dedicaría a la hechicería y los encantamientos”

SINOPSIS: Personas que den tres vueltas a su cabeza y se conviertan en el animal en el que estén pensando en ese instante no existen. Solamente los estrigois pueden hacerlo, pero, sin embargo, ellos tampoco han sido vistos haciéndolo…

lunes, 2 de septiembre de 2013

(H.C. 29) REINICIANDO EL VIAJE


Aquella fue la última noche que Hugo pasó con Yumi, tanto ella como Robert, habían decidido que si la revolución fracasaba, la última oportunidad para los habitantes de aquel mundo era que Hugo y Robert, se infiltraran en la base de los piratas espaciales y les robaran una nave con la que poder avisar a las tropas espaciales.                                                                              
 Se levantaron antes del amanecer, ya que su camino les hacía atravesar aquella escarpada cordillera montañosa, donde los rebeldes de Yumi habían montado su base. Algunos aborígenes, sobretodo, ancianos, mujeres y niños, también partirían aquel día para mezclarse con otros pueblos y ciudades del continente. Pero la mayoría, cogían el camino inverso al de ellos, el que se alejaba de los malignos dioses que les mantenían esclavizados. Algunos hombres, también habían partido, para escoltar a los refugiados y para expandir las llamas de la revolución, reclutando a todo el que estuviera dispuesto a luchar por la libertad del pueblo. Yumi, con la ayuda de Xalor, entrenaría a los aborígenes en el arte de la guerra de guerrillas. Atacarían y robarían toda esa nueva tecnología que les estaban proporcionando los “dioses” a los soldados.                                                                                    
 En cuanto a Hugo y Robert, acompañados de Fizo y Kina, viajaban en un enorme carromato para las proporciones humanas, tirado por las bestias que los aborígenes usaban normalmente como animales de carga y transporte, dotado de un falso fondo en el que humano y androide se esconderían cuando se cruzaran con otros aborígenes, ya que ahora se hacía más imprescindible el pasar inadvertidos para el éxito de la misión. Las sofisticadas armas humanas con su munición inacabable, alimentada por la luz del sol, mantenía a raya a las innumerables bestias que poblaban aquellas tierras salvajes, proporcionándoles asimismo, comida y pieles con las que abrigarse en aquellas frías noches y con las que más tarde podrían comercializar. Un día fueron atacados por unas insidiosas aves, que veían en ellos una presa fácil. Difíciles de abatir a pesar de la puntería casi infalible de Hugo y Robert, aquellos bichos voladores, tardaron en darse por vencidos.                        
 En los aislados pueblos de las montañas por los que pasaban, descubrieron que por la difícil vida de sus habitantes, permanecían ajenos a todo, tanto a los dioses venidos de las estrellas como, al movimiento que se estaba formando en contra. Habían oído hablar de ellos pero los secuaces de los “dioses” les dejaban bastante tranquilos, su vida era ya por sí lo bastante dura, sin  tener que pensar en guerras y revoluciones. En cambio en las llanuras, los soldados reclutaban forzosamente a los jóvenes aborígenes que se habían quedado en sus casas, ignorando las advertencias de los rebeldes. Algunos de ellos, consiguieron desertar y unirse a la rebelión o huir a algún sitio donde poder vivir en paz con sus familias.                                                     
 En el camino, una vez dejaron atrás las montañas, se encontraron con una patrulla a la que les fue imposible eludir ya que hubiera resultado sospechoso. Hugo y Robert se escondieron en el falso fondo de la carreta nada más avistar a los soldados que se acercaban corriendo hacia ellos.                              
- ¡¿Quiénes sois, extranjeros?!- preguntó el jefe de la patrulla.                       
- Pacíficos comerciantes- respondió Fizo.                                                      
 - Con que pacíficos comerciantes, ¿eh? Solo hay que veros para saber que sois de una raza inferior, los dioses sabrán de donde habréis salido. En otras circunstancias seríais esclavizados y llevados a las minas, sin embargo la situación ha cambiado, necesitamos jóvenes fuertes como tú extranjero, para reforzar nuestro ejército y combatir contra los rebeldes de las montañas.                       
 - No es mi guerra y aunque lo fuera ¿Qué sería de ella?- dijo Fizo señalando a Kina.                
 - Es una hembra hermosa, para ser inferior. Cumplirá bien su papel satisfaciendo a las tropas- dijo el líder, acercándose a Kina y acariciándole el rostro, ella le escupió en la cara.- Claro que antes tendrá que aprender a respetar a los hombres ya que es evidente que tú no le has enseñado modales.           
 Algunos de los soldados rieron y Fizo aprovecho para abalanzarse sobre el líder, tirándolo al suelo, rodaron los dos. Hugo y Robert observaban expectantes desde su escondite, preparados para actuar y temiendo que su coartada se fuera al traste. Los soldados intentaron intervenir, pero uno de los que se había reído con más fuerza, recibió un mosquetazo. Alzaron la mirada hacia la hembra, que los apuntaba con cara de rabia con su arma de fuego, dispuesta a matar al primero que interviniera en la pelea.                                    
 - ¡Tirad vuestras armas lejos!- les gritó.                                                  
Fizo aplicó las técnicas de lucha terrestres que el androide le había enseñado, inmovilizando a su adversario en el suelo.                                           
 - ¡¿Y ahora que piensas hacer rebelde?! ¡Si me matas no llegarás demasiado lejos y si me dejas vivir menos todavía! ¡La única opción que os queda es matarnos a todos y sabes que eso es imposible!- gruño su presa apretando los dientes de rabia.                                                  
 - ¡Si sois rebeldes! ¡¿Es verdad que hay dioses con vosotros?!- preguntó uno de los soldados.                                                                                              
 - ¡Si, es cierto!- contestó Kina                                                                      
 Hugo desde su escondite estaba sudando a chorros, temiendo que finalmente se verían obligados a dar la cara para salvar la situación.                       
 - ¡Yo siempre quise vivir en paz y vinieron a reclutarme a la fuerza!- dijo el soldado            
 - ¡Y yo!- dijo otro de sus compañeros a los que se les sumaron otros dos.                            
 - ¡¿Y qué pensáis hacer, sumaros a esa pandilla de esclavos inferiores y renegados?!- dijo el líder desafiante, viendo que derepente se estaban cambiando las tornas.                                                                                          
 - ¡Este “esclavo inferior” al que hace un momento estabas dispuesto a reclutar por la fuerza para tu ejercito, te tiene inmovilizado en el suelo! Además, dudo mucho que esos dioses a los que veneras se os parezcan y os consideren sus iguales- dijo Fizo.                                               
 - ¡Es cierto, son diferentes, superiores! ¡Pero nos eligieron a nosotros, para confiarnos su sabiduría! ¡¿Es que no os dais cuenta?!                              
 - ¡Si, a cambio de vuestra libertad!- dijo Kina.                                        
 - ¡Yo me uno a los rebeldes!- dijo el soldado de antes- los que quieran se pueden unir a nosotros, los que no vendrán como prisioneros.                               
Finalmente, todos los soldados recogieron sus armas, siendo el líder, al que ataron y amordazaron, el único que permaneció como prisionero.                        
 - Si realmente sois rebeldes, podemos acampar todos juntos esta noche, nos sentiríamos honrados de compartir nuestra comida con vosotros- dijo el soldado que se había erigido como nuevo líder                              
- El sentimiento es recíproco para Kina y para mi, pero tenemos una misión que cumplir y no podemos entretenernos. Además cuando reparen de vuestra ausencia querrán averiguar lo que ha pasado y eso nos pondría a todos en peligro- contestó Fizo sonriendo.                                                                      
 - Si, supongo que tienes razón. Por cierto, ¿quién te ha enseñado a luchar así?                                                                                                              
 - Un dios.                                                                                                    
El soldado miró a Fizo sorprendido, luego soltó una carcajada a la que le siguieron sus compañeros.                                                                                 
 - Está bien, que tengáis suerte en vuestra misión.                                           
 - Y vosotros.                                                                                               
Se dieron la mano en señal de amistad. Fizo subió a carromato, junto con Kina y los soldados a sus monturas.                                                              
- ¡Por cierto! ¡Si veis a la diosa, decidle que vais de nuestra parte, contadle lo que ha pasado, que estamos bien y que seguimos con la misión!                 
 -¡Se lo diremos!- dijo el soldado estrechando la mano de Fizo.               
Reemprendieron la marcha, en direcciones opuestas, Fizo y Kina alejándose de las montañas a las que se dirigieron los soldados. Cuando perdieron de vista a la patrulla, Hugo y Robert pudieron salir de su escondite y felicitar a sus compañeros de viaje por su actuación.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         Jotacé.